Ellos. Ellos, los que nos roban; los que imponen las reglas del juego. Ellos: Los otros, los de arriba, los que mueven los hilos, los que están a la sombra. Ellos, los supervillanos. Ellos son malos, muy malos; ¡malísimos!… Vivimos en aquella película de Shyamalan: The Village (El Bosque), temiendo a monstruos que no hemos visto. Cuando empecé a pensar en este poemario, me entusiasmaba la idea de entrar –con toda la ingenuidad que fuera capaz de reunir– en este bosque.
Evidentemente, no vi monstruos en el bosque. Vi personas que perpetúan una herencia de discursos políticos centrados en la definición de lo que uno “es” en base a lo que el otro “no es”; pero no monstruos. El abuso de esta herencia, por cierto, puede ser una de las razones por las cuales cada vez más jóvenes contemplan la política como un asunto de otra galaxia, en lugar de ver en ella la base social para una convivencia armónica y plena que es realmente.
Yo, por mi parte, he intentado apoderarme de ese discurso; remezclarlo, reinterpretarlo y retorcer su semántica hacia un arte que, a veces, necesita expresarse con las palabras del otro para redescubrirse tanto a sí mismo como a ese otro, y preguntarse si realmente hay, entre ellos, alguna distancia. Espero, de verdad, que sea disfrutado.
75 políticos y un poeta con Twitter: Un poemario escrito a partir de 'tuits' de políticos 